domingo, 21 de febrero de 2016
jueves, 18 de febrero de 2016
lunes, 15 de febrero de 2016
jueves, 11 de febrero de 2016
ORACIONES VOLUNTARIAS PARA LAS VACACIONES DE NAVIDAD
No sería nada deseable que todos pensáramos igual.
No avisaste, no hemos contado contigo.
No conseguirá aprobar el examen.
Resultan interesantes los estudios que sobre el cambio climático se hacen hoy en día.
A veces me pregunto si aporta beneficios la tolerancia.
Carlos, que siempre se queja de todo, reconoce que no tiene paciencia.
Arregla el reloj y déjalo después en casa.
El pueblo donde nací está casi deshabitado.
El público estaba cansado de oír al conferenciante.
Hubo una manifestación contra la ley aprobada en el Congreso.
No recojas los platos, pero lávalos.
ANALIZA
Separa
las siguientes oraciones en proposiciones. Di si son coordinadas o
subordinadas. Si son subordinadas, indica su función. Si el nexo se
analiza, indica también su función dentro de la proposición
subordinada:
Fui al quiosco, pero
estaba cerrado.
Quien vino esta
mañana era mi hermano.
Temo que llueva esta
tarde.
Estoy cansado de que
llegues siempre tarde.
Le expliqué el
lugar donde estaba el tesoro.
Esta es la casa
donde nació Chopin.
Le dimos el paquete
al que estaba en la puerta.
Que llueva mucho
resulta beneficioso.
Alguien sabe cuándo
sale el próximo tren.
El árbol que
compramos ayer en Aranjuez se ha secado esta mañana.
Carlos es
hipotenso, es decir, tiene la tensión baja.
Le ruego que
responda a mi pregunta.
Corre y canta.
No ingieras un
alimento que pueda perjudicarte.
Pregunta a tu padre
si quiere una cita con el tutor.
miércoles, 10 de febrero de 2016
CENTENARIO DE RUBÉN
La
trayectoria de Darío contada por Iam Gibson:
LA POESÍA EN EL CENTENARIO DE RUBÉN DARÍO
Rubén Darío en cuatro momentos
La
trayectoria del poeta está marcada por la publicación de Azul, su encuentro con Paul
Verlaine y Jean Moréas en París,
su visita a España y su breve autobiografía
1. 1888. Azul…
se publica en Valparaíso. Darío
manda un ejemplar a Juan Valera,
quien, atónito, lo elogia en Los
Lunes de El Imparcial. Pese al “galicismo mental” que impregna el
librito, muy en deuda con Victor Hugo,
no se trata en absoluto de un pastiche. “Usted es usted con gran fondo de
originalidad y de originalidad muy extraña”, sentencia. No cree capaz de tal
hazaña a ningún poeta actual de la madre patria, pues ¿no es cierto que “todos
tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca ni a veinticinco
tirones”? “Cada composición”, sigue, “parece un himno sagrado a Eros”. A Eros en clave francesa: el joven nicaragüense escribe como si
hubiera nacido en pleno Quartier Latin. Es un portento.
2. 1893. ¡Por fin el París soñado, capital mundial del
goce! Serán los dos meses más intensos de su vida de poeta y periodista
caminante. Es, sobre todo, el encuentro personal con Paul Verlaine (“Raras veces ha mordido cerebro humano con más furia
y ponzoña la serpiente del sexo”), el poeta griego Jean Moréas y, por supuesto, las desenfadadas e irresistibles lutecinas.
Vuelve a sus lares cargado de libros, revistas, anécdotas. Y van naciendo las
viñetas que integrarán Los raros,
cuya segunda edición (1905) tanto influirá en su mejor discípulo, el incipiente
Federico García Lorca (máxime sendos esbozos de Verlaine y del sedicente y enigmático Conde de Lautréamont, autor de Los
cantos de Maldoror). Las dos décadas que pasará luego en París
no podrán erradicar las primeras impresiones de la ciudad, inmarcesibles.
CENTENARIO DE RUBÉN
Leila Guerreiro nos habla de los otros poetas latinoamericanos de hoy:
LA POESÍA
EN EL CENTENARIO DE RUBÉN DARÍO
Latinoamérica sin etiquetas
Los
poetas de la región vienen de la misma tradición, pero tienen influencias,
estilos, temáticas e intereses dispares incompatibles con las clasificaciones
En las librerías de América Latina, la
poesía viene salvándose, por ahora, del cartelito clasificador: si los libros
de narrativa se colocan allí bajo los rótulos de Literatura Universal y
Literatura Latinoamericana —como si la literatura latinoamericana no formara
parte del universo y como si las literaturas de El Salvador, Uruguay y Bolivia
fueran iguales—, los de poesía, en cambio, se agrupan bajo el cartel unívoco, sexy
y dramático de Poesía, y suelen ordenarse en orden alfabético, sin culto a la
nacionalidad. A lo mejor eso quiere decir alguna cosa. A lo mejor quiere decir
que pensar que la poesía de esta parte del mundo tiene características comunes
extrapolables a todos los países, y que por tanto puede llamarse
“latinoamericana”, es absurdo.
¿En qué se parecen la poesía del argentino Fabián Casas (“Y así / en este
momento / a los pies de la cama de mi viejo / yo también prefiero
morir antes que envejecer”), la del chileno Raúl Zurita (“Y las mejillas de amor se transparentan /
subiendo y los ojos hechos polvo de toda la / muerte arrojada, de todas
las tumbas arrojadas, de / todo el sueño y el mar y el amor arrojados”) y
la del mexicano Francisco Hernández
(“Quitar la carne, toda, / hasta que el verso quede / con la sonora
oscuridad del hueso. / Y al hueso desbastarlo, pulirlo, aguzarlo /
hasta que se convierta en aguja tan fina, / que atraviese la lengua sin
dolencia”)? Son poetas de diversas nacionalidades y generaciones, que vienen de
la misma tradición -pesada, en un continente que tuvo a Vallejo, Rubén Darío, Neruda, Mistral, Martí, Octavio Paz-, pero sin mucho en común
en términos de influencias, estilo, temática, intereses. El colombiano Darío Jaramillo Agudelo, él mismo uno
de los grandes poetas de su país, dice que “no hay posibilidad de tener una
visión de conjunto (…). La internacionalización, que ha invadido todos los
aspectos de la vida, no ha tocado a la poesía. Porque no hay un mercado (la
poesía ni se compra ni se vende) y porque es de consumo marginal: sólo unos
cuantos loquitos la mantienen viva. (…) Un colombiano interesado en el asunto
desconoce qué se hace realmente en poesía en Ecuador o en Centroamérica”.
RUBÉN DARÍO
Sergio Ramírez nos enseña a leer hoy a Darío:
LA POESÍA
EN EL CENTENARIO DE RUBÉN DARÍO
Muy
antiguo y muy moderno
Rubén Darío entró decidido en las rigideces de una lengua exhausta, proponiendo
novedades que causaban admiración a veces y otras desdén o espanto
Rubén
Darío inicia el gran viaje de regreso de
la lengua desde el continente americano hacia la Península, bajo los fulgores
de una atrevida pirotecnia verbal. Y en su equipaje hubo, desde el principio,
una dualidad llamativa: “Muy siglo diez y ocho y muy antiguo y muy moderno;
audaz, cosmopolita”, como escribe en el primero de los poemas de Cantos de vida y esperanza,
su libro decisivo.
En su perspectiva estética eligió colocarse
entre dos mundos que fue capaz de contemplar mirando hacia atrás y hacia
adelante como el dios bifronte Jano,
aunarlos revolviéndolos y, a partir de allí, saltar hacia la construcción de su
propio universo, que sigue siendo tan contemporáneo y tan clásico en su hondura
y tejido como para admitir renovadas lecturas.
Tras la publicación de Azul, el libro inaugural del modernismo, don Juan Valera escribió en 1888, en una de
sus Cartas americanas:
“Ni es usted romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni
simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el
alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quintaesencia”.
Esta rara quintaesencia va siendo compuesta
de sustancias más variadas a medida que avanza en su exploración; desde su
constante apego al mundo grecolatino, del que extrae gran parte de su
imaginería y sus interrogantes, al Siglo de Oro, donde encuentra a sus primeros
grandes maestros, Garcilaso, Góngora, Cervantes; al siglo XVIII versallesco que tanto le sedujo, al XIX
de Hugo, Baudelaire y Verlaine; y
a lo que también trae de sus propias esencias americanas en el equipaje, color,
música, ritmo, sensualidad, misterio, atrevimiento, desafío: “¿Hay en mi sangre
alguna gota de sangre de África, o de indio chorotega o nagrandano?”, se
interroga en las ‘Palabras liminares’
de Prosas profanas. “Pudiera
ser, a despecho de mis manos de marqués”. Unamuno le vio “ceñida la cabeza de
raras plumas”: la pluma con que escribo, le respondería él en una carta. Otros,
según recuerda Gastón Baquero, lo
llamaban “negro mulato” con ganas de rebajarlo; y en Luces de bohemia, la pieza de Valle-Inclán, Max
Estrella, el personaje ciego, lo llama “negro”.
miércoles, 3 de febrero de 2016
lunes, 1 de febrero de 2016
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